Viterbo vibró con música, pero merece más

El Concurso Nacional de Bandas Infantiles de Música es mucho más que un encuentro artístico: es una inversión en el futuro de nuestros niños, una apuesta por el tejido social. Foto • Suministrada.

Gilberto Sarmiento Duque

Manizales, Caldas

El municipio de Viterbo vivió un fin de semana memorable. Las notas del XVIII Concurso Nacional de Bandas Infantiles de Música "Germán Hernández Castro" llenaron de vida sus calles, parques y escenarios, en un despliegue de talento, alegría y cultura que emocionó a propios y visitantes. Más de 350 niños músicos, llegados desde Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Nariño y Caldas, ofrecieron un espectáculo conmovedor: pequeños artistas, instrumentos en mano, sonrisas sinceras y una pasión desbordante por la música.

Viterbo, como buen anfitrión, se vistió de gala. Su gente acogió a los visitantes con calidez y la organización local sacó adelante aspectos fundamentales como la alimentación y la logística. Sin embargo, detrás de esta fiesta de sonidos y emociones, afloraron señales de alerta que no podemos ignorar.

El concurso, que durante años ha sido referente nacional por su calidad y proyección, mostró grietas preocupantes. El número de bandas participantes se redujo a la mitad: de las tradicionales 12 agrupaciones, solo 6 lograron estar presentes. ¿El motivo? Una convocatoria lanzada apenas un mes antes del evento, que hizo imposible que muchas bandas gestionaran a tiempo los recursos necesarios para su desplazamiento y participación. A esto se sumaron fallas en la puntualidad de las presentaciones y una organización que, aunque bien intencionada, evidenció improvisación.

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Pero quizás lo más desalentador fue la ausencia total del gobernador de Caldas y de su secretario de Educación. Ninguno hizo presencia en un evento que, más que un certamen musical, es un semillero de valores, disciplina, inclusión y cultura. Su ausencia no fue solo un gesto simbólico de desinterés; fue un mensaje claro de desdén institucional hacia un patrimonio cultural que por años ha sido motivo de orgullo para nuestro departamento.

El Concurso Nacional de Bandas Infantiles de Música es mucho más que un encuentro artístico: es una inversión en el futuro de nuestros niños, una apuesta por el tejido social, un espacio que siembra sueños y talento en las nuevas generaciones. Viterbo cumplió con creces. Las bandas, los niños, las familias, los visitantes y la comunidad demostraron compromiso y amor por esta tradición. Pero la institucionalidad departamental, lamentablemente, quedó en deuda.

Hoy es momento de alzar la voz. Hacemos un llamado firme y respetuoso a la Secretaría de Educación de Caldas y al gobierno departamental: el concurso necesita planificación seria, respaldo real, presencia comprometida y visión de futuro. No podemos permitir que lo que durante años ha sido motivo de orgullo se desmorone por la desidia y la falta de compromiso. Lo que vivimos este fin de semana debe inspirarnos, pero también debe servir como advertencia: si no reaccionamos a tiempo, corremos el riesgo de perder un patrimonio cultural invaluable.

Viterbo vibró con música. Ahora le corresponde a las autoridades estar a la altura. Porque esta tierra merece mucho más.

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