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| Al cumplirse sus 90 años, el Colegio Pío XI no solo conmemora su pasado, sino que proyecta su futuro. Foto • Colegio PIO XI. |
Redacción El Caldense
Manizales, Caldas
En 2025 el Colegio Pío XI celebra noventa años de vida educativa, una historia que comenzó en 1934 con el nacimiento del Instituto Aranzazu, gracias al impulso del sacerdote Eduardo Botero Mejía y al respaldo de una comunidad que entendió que el conocimiento era la base del progreso. Desde entonces, este plantel ha sido el corazón académico de un municipio que encontró en la educación el camino hacia su desarrollo.
El origen del colegio se remonta a una necesidad urgente: Aranzazu carecía de una institución de enseñanza secundaria tras el cierre del colegio que en 1904 había dirigido el padre Nazario Restrepo. Fue entonces cuando Botero Mejía, consciente de la importancia de formar nuevas generaciones, lideró la creación de un nuevo centro educativo, acompañado por líderes locales como Apolinar Mejía, Tulio Franco y Ramón Elías Gutiérrez.
Así nació el Instituto Aranzazu, cuyo primer rector fue Ricardo Restrepo, educador proveniente de Salamina. El Consejo Directivo lo conformaron figuras claves de la comunidad: el propio sacerdote Botero Mejía, el médico Salazar Riveros, el abogado Marco Antonio Ocampo y los ciudadanos Antonio José Peláez y Roberto Agudelo Flórez. Con ellos comenzó la historia educativa moderna del municipio.
Las primeras clases se dictaron en una casa de la esquina de la carrera quinta con calle séptima, diagonal a la Casa Cural. Luego el plantel se trasladó a diferentes sedes hasta establecerse definitivamente en el terreno que ocupa hoy, gracias a la generosidad de la señora Ana Félix Ospina de Peláez, quien legó gran parte de su vivienda al proyecto educativo.
El camino no fue fácil. En 1937, una huelga estudiantil de alcance nacional llevó al Concejo Municipal a clausurar el Instituto Aranzazu, decisión promovida por el concejal Daniel Muñoz Botero. Pese a ello, el sacerdote Carlos Isaza Mejía no permitió que la educación se apagara: ese mismo año fundó la Parroquial Colegio Pío XI, que heredó el espíritu, los profesores y el compromiso académico del instituto original.
El 23 de octubre de 1950, el Ministerio de Educación Nacional expidió la resolución 2185, firmada por Antonio Álvarez Restrepo, que aprobó oficialmente el funcionamiento del Colegio Pío XI “desde el curso preparatorio hasta el segundo año de bachillerato”. Fue un reconocimiento al esfuerzo de maestros y sacerdotes que, con escasos recursos, sostenían el sueño de educar a los jóvenes aranzacitas.
En 1966 el colegio lanzó su primera promoción de bachilleres, un grupo de 18 estudiantes que marcaron el comienzo de una nueva etapa para la educación local. Desde entonces, cientos de egresados han llevado el sello del Pío XI a distintos ámbitos profesionales, extendiendo su influencia más allá de las fronteras del municipio.
La historia del plantel se ha forjado también gracias a sus rectores y profesores. Nombres como Ricardo Restrepo, Eduardo Aristizábal Salazar, Bernardo Jaramillo Gómez, Gabriel Cárdenas Ríos y Álvaro Giraldo Franco figuran entre quienes guiaron sus destinos. Junto a ellos, maestros como Bernardo Maya, Leonel Castaño Duque, Carola García y Hernán Bedoya Serna formaron generaciones enteras con rigor y vocación.
El Colegio Pío XI es hoy un símbolo del civismo aranzacita. Su infraestructura moderna, construida en material y levantada con apoyo de las administraciones locales y aportes nacionales, contrasta con aquella antigua edificación de bahareque y tejas de barro, pero conserva intacto el espíritu con el que nació: educar para transformar.
Al cumplirse sus 90 años, el Colegio Pío XI no solo conmemora su pasado, sino que proyecta su futuro. Su comunidad educativa nuevamente se compromete a seguir siendo un referente académico en el norte de Caldas, manteniendo viva la misión que inspiró a sus fundadores: formar ciudadanos íntegros, con sentido crítico y vocación de servicio.
En cada rincón del colegio resuena la memoria de quienes enseñaron, estudiaron y soñaron en sus aulas. Noventa años después, el Pío XI sigue siendo el alma educativa de Aranzazu y un testimonio de cómo la fe, el trabajo y la educación pueden construir historia.


